SIGUERIYA
La siguiriya o seguiriya es una de las tres formas fundamentales, al lado de la toná y la soleá, del cante flamenco, o, más propiamente, de los cantes gitano-andaluces.
A pesar de que el nombre de seguiriya es una evidente corrupción fonética de seguidilla, su única vinculación con ésta se refiere al indirecto parentesco de sus respectivas estrofas, circunstancia que muy bien pudo influir en una apropiación puramente episódica de dicho bautismo. Su aparición histórica data del último cuarto del s. XVIII, y en un principio debió de ser una derivación de las tonás, originariamente llamada playera, denominación desaparecida en la actualidad, e interpretada entonces, como todos los estilos flamencos primitivos, sin acompañamiento musical alguno.
No existe una especie exclusiva de siguiriya, sino un conjunto de ellas, referidas a los cantaores que crearón sus más legítimas variantes, algunas de las cuales han llegado hasta nosotros a través de la tradición oral; así las del Planeta, el Fillo, Manuel Molina, Curro Durse, Enrique el Mellizo, el Loco Mateo, Paco la Luz, Diego el Marrurro, Francisco la Perla, Tomás el Nitri, Silverio Franconetti, Manuel Torre, etc..
El calificativo de gitana con que suele acompañarse alude claramente a la raza que le dio su más genuina y dramática dimensión expresiva.
Sus letras son tristes y reflejan la tragedia humana, sus sufrimientos, dolores y angustias. Manuel Machado dijo que era el quinto extracto de un poema dramático la seguiriya marca siempre, cuando se canta de verdad, el limite emocional del cantaor, el interprete que canta seguiriyas deja en cada tercio de la copla algo de su alma, si no es así, esta engallando al público. Tercio en el flamenco se le dice a los versos que componen la copla.
Como ocurre con otros estilos, la seguiriya suele acabar a veces con una seguiriya cabal en que la guitarra cambia de tono y toma un aire parecido a la guajira, y otras con una seguiriya de cambio a modo de macho.
Manuel Soto Loreto, Manuel Torres. Para muchos, el mejor seguiriyero de la historia del cante jondo. Los más grandes cantaores siempre reconocieron su devoción por él: La Niña de los Peines (a la que, por cierto, podemos escuchar jaleándole en esta grabación), Tomás Pavón, Manolo Caracol, Antonio Mairena, Juan Talega, Aurelio Sellé, Joaquín el de la Paula o Pericón de Cádiz no podían estar equivocados.
Todos decían que sus grabaciones no le hacían justicia. Pero en esta seguiriya, creo que podemos comprender lo que el maestro jerezano podía dar de sí.
LIVIANA
La liviana es otro de los géneros flamencos derivados de la seguiriya. Su nombre deriva de liviano, parece ser que debido a la menor fuerza dramática que necesita la interpretación de este cante en relación con otros tipos de seguiriyas, convirtiéndolo en cante guía, corto y sencillo, en cante de preparación.
Se suele atribuir la creación de la liviana al mítico cantaor Tóbalo, quien la unía a la serrana, a modo de introducción, aunque el origen de algunas de las tonadas utilizadas en la liviana, como apunto García Matos, podemos encontrarlo en las llamadas temporeras de pie quebrado.
Se cree que la liviana flamenca fue en su origen una toná y, como estas, se acompañaba sin guitarra, tal y como se exigía en el concurso de Cante Jondo celebrado en Granada en 1922.
Por otra parte también se suele afirmar que la liviana es el paso intermedio entre la seguiriya y la serrana. Según Antonio Mairena, la liviana flamenca es un cante por seguiriyas que se canta corridas (seguidas) o romanceadas, cantes cortos que sirven de preludio a la seguiriya propiamente dicha.
El cantaor Juanelo que sirvió como informante a Demófilo, en su labor recopilatoria, aparece como gran intérprete de livianas. La temática pastoril de sus coplas y las distintas cadencias melódicas, obligan a emparentar la liviana con la serrana, aparte de la función, ya apuntada, de cante de preparación.
El compás de la liviana es el de la seguiriya (3x4 + 6x8) y sus tercios son parcialmente silábicos y suelen estar desprovistos de ornamentación, como corresponde a un cante de preparación de otros más profundo, prescindiendo con frecuencia del tercio de salida. Se canta y acompaña, como todas las seguiriyas (excepto las cabales), sobre la cadencia andaluza.
Destacamos a Pepe de la Matrona como rescatador del olvido de la liviana en 1956, siendo Antonio Mairena quien la elevo a la altura de cante independiente. Se suele cantar sobre una copla de 4 versos, donde el primero y el tercero son heptasílabos y el segundo y cuarto pentasílabos. Se baila con pasos muy parecidos a los de la serrana, aunque no suele comenzarse el baile hasta que el cantaor ha interpretado la liviana.
Pepe el de la Matrona fue un cantaor flamenco nacido en Triana (Sevilla) en 1887 y fallecido en Madrid en 1980.
Su verdadero nombre fue José Núñez Meléndez, debiendo su apodo a la profesión de su madre. Se le considera un destacado artista de la edad de oro del flamenco, dotado de un vasto conocimiento enciclopédico de los diferentes palos. Destacó por la pureza de su estilo tradicional siendo considerado por los aficionados como una fuente en la que aprender los auténticos cantes.
Se inició muy joven. En 1899 con solo 12 años realizó su primera aparición pública en una taberna de Burguillo del Cerro, posteriormente actuó en Madrid (España), Cuba, París (Francia), permaneciendo activo hasta una avanzada edad.
CABALES
Se trata de una seguiriya de cambio, lo que significa que en todo o en parte del cante se cambia de tonalidad: de la escala andaluza habitual, a la escala mayor. Pepe el de la Matrona: "A todos los cantes se les pone un título, y siempre por una razón; como la cabal, que tiene su motivo. En Castilla y en toda España se usaba la forma "eso está completo", pero en Andalucía se usaba más la palabra eso está "cabal'. Y pa que un cante estuviera cabal, le tenías que poner un cante de alarde de saber cantar. Si tú estabas cantando en una entonación, natural, tuya, tenías que cambiarte a otra entonación pa hacer el alarde de saber cantar", Rafael Pareja, veterano de reconocida solvencia flamenca, afina: "Ese estribillo (Las Cabales), creación de Silverio, se llamaba así porque tenía el temple recio igual que la seguiriya; lo decía inmediatamente después del último tercio de ésta. La letra más corriente era la que decía: "De la Polverita / hasta Santiago...". En las cabales se descubren entonaciones de procedencia americana que probablemente trajo Franconetti de Uruguay cuando regresa en 1864.
En gran medida somos hijos de Silverio Franconetti. Él limpió, fijó y dio esplendor al primer repertorio jondo. Para la posterioridad, a pesar de la pertinaz amnesia patria y los sesgos gitanistas, ha quedado su cante seguiriyero por cabales. Las atribuidas al Planeta, que se dan por las más antiguas, mucho parecen tener de Silverio. Tal y como explicamos en el comentario anterior el tono mayor es el que define estos cantes y nos trasladan a una época en la que, como en el repertorio popular, los modos armónicos (el mayor y el menor) dominan sobre el nuevo modal andaluz, heredado del fandango. Efectivamente las cabales se encuentran íntimamente relacionadas con la estética de las seguiriyas en el plano rítmico y formal, aunque en el sistema armónico, y consecuentemente en el melódico, donde este genero presenta el modo mayor, sustituyéndola dorico (cadencia andaluza) que caracteriza a la seguiriya propiamente dicha.
La estrofa es de cuatro versos (de siete, cinco, nueve y cinco silabas) y contrasta con la utilizada en otros géneros seguiriyeros. En ocasiones se añade también un estribillo de tres versos (de cinco, siete y cinco silabas).
Juan Peña Fernández, el Lebrijano, nació en Lebrija en 1941. Cantaor, miembro de la familia gitana y cantaora de Perrate de Utrera, a la que pertenecía su madre, María la Perrata. comenzó muy joven compaginando el cante con el toque de la guitarra, pero a raíz de su triunfo en el concurso de Mairena del Alcor (1964), como cantaor, decidió dedicarse en exclusividad al cante. Uno de los primeros trabajos importantes como tal fue con Antonio Gades, en cuya compañía estuvo varios años cantando como acompañante al baile.
SERRANA
Su origen se sitúan en la época del contrabando entre Gibraltar y Ronda a principios del siglo XIX, derivando el cante posiblemente de una canción andaluza aflamencada a mediados del XIX. En 1835 en el Don Álvaro del Duque de Rivas aparece una gitana a quien se le pide que cante una serrana y unas corraleras, y Estébanez Calderón en 1847 ya habla de las modernas serrana refiriéndose a un genero cantable.
Algunos autores tienden a emparentar sus orígenes con los contrabandistas, que en el siglo XIX eran conocidos como serranos, aunque en las numerosas coplas de serranas que recogieron Antonio Machado, Demófilo, y Juan Carlos de la Luna, las serranas aparecen siempre escritas en un castellano exento de palabras en caló, que suele identificar aquellos géneros más gitanos. Debido a la temática de sus compras con acentos rurales, las serranas suelen emparentar con las seguidillas manchegas y sevillanas, y otros autores insisten en que en algún momento la calesera, la liviana y la serrana eran el mismo género.
Manfredi Cano, por ejemplo, habla de una caña desarraigada de la ciudad y establecida en el campo como antecedentes de la serrana. Ricardo Molina cree, por otra parte, que es cante de ámbito cordobés pero que su origen puede estar en cualquiera de las sierras andaluzas, ya sea Ronda, Aracena, Aroche, Morena, etc.
Lo cierto es que la serrana junto a la caña y el polo, es un cante que a mediados del siglo pasado gozo de gran popularidad y hoy se canta cada vez menos debido probablemente al encorsetamiento que impone su estructura melódica.
La serrana tuvo su época de auge en los años sesenta del XIX, y Silverio Franconetti fue junto a Gallardo el de Morón uno de los maestros de su interpretación, e impuso la estructura formal propia de este cante, comenzando con una liviana, cantando el macho ( copla con la que rematan algunos cantes flamencos),para finalizar con una seguiriya cambia de María Borrico. Esta forma seria la que adapto Antonio Chacón en sus interpretaciones de la serrana que comenzaba cantando con el verso "Dice mi compañera".
La serrana consta de tercios (versos melódicos) largos y melodiosos en los que se escuchan ecos de caña, seguiriyas y livianas. Se acompaña en tono de mi mayor (por arriba) diferenciándose así del resto de seguiriyas que se suelen acompañar en la posición de la (por medio).
Sus coincidencias con la caña son tantas que podríamos decir, al referirnos a la serrana, que se trata de una caña por seguiriyas, Principalmente comparte con la caña el sistema tonal, la participación en dos de la copla, la copla de cambio o macho, y la similitud entre los dos tercios de cambio de la serrana con los dos de la caña y el polo, si bien estos adoptaron el compás de la soleá y la serrana se adapto al ritmo de la seguiriya.También podemos escuchar en la serrana ecos de verdial en el acompañamiento del macho o cambio, lo que hace suponer que antes de adoptar el compás de seguiriya, pudo ser cante abandolao. Es cante virtuoso y de gran extensión melódica sobre todo en el tercio de salida y en el tercero.
La serrana es un cante muy largo para cantarlo completo con la liviana, hecho que justifica el descenso notable de popularidad que ha ido adquiriendo con el tiempo. La serrana se canta sobre una copla de cuatro versos de rima par, 1 y 3 heptasílabos, 2 y 4 pentasílabos, a la que se le añade un terceto (macho) 1 y 3 pentasílabos y 2 heptasílabos, forma propia de la seguiriya con estrambote.
Los temas que predominan son serranos: contrabandistas, pastores, bandoleros, etc.
En cuanto al baile, solo apuntar que es de creación reciente y semejante al de las seguiriyas, y que su principal artífice fue Antonio Ruiz Soler hacia 1945, justo después de que Vicente Escudero popularizara la versión bailable de la seguiriya.
Naranjito de Triana, José Sánchez Bernal, Nació y creció en Triana, respirando el ambiente flamenco propio de este barrio. Su primera actuación la realizó a los 8 años de edad en la vecina Coria del Río.Creció con el cante, pues lo tenía en casa, su padre cantaba como aficionado, al igual que su tío (según él, extraordinario). A esto se sumaron sus vivencias en Triana, donde oía con frecuencia a una esplendorosa generación del cante sevillano, con nombres como Pastora Pavón y Tomás Pavón, Pepe Pinto, Vallejo... No era gitano, pero se consideraba en sus palabras "en la misma frontera entre el cante gitano y el flamenco andaluz", puesto que conoció las dos vertientes del cante trianero: la de la cava de los gitanos y la paya del Zurraque o de los alfareros.
A practicar con paciencia y constancia
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